25 octubre, 2006

alrededores de ushuaia, tierra del fuego argentina


Si existe algo espectacular es el paisaje de tierra del fuego. He podido conocerla casi por completo y disfrutar de las cuatro estaciones del año en un día, ver salir el sol a las cinco de la mañana y el atardecer a las doce de la noche, pasar de fríos bosques húmedos del Pacífico en Puerto Williams hasta la pampa ventosa, extensa y desierta del Atlántico en Río Grande; cordilleras graníticas, preciosos glaciares colgantes, enromes lagos azules, pequeños ríos meándricos, pueblos fantasmas, miles de ovejas, yacimientos de petróleo, historias de patagones, caminos interminables y vistas kilométricas que terminan quien sabe dónde.
Esta vez será el turno de los alrededores de Ushuaia, ciudad argentina que se encuentra a orillas del canal Beagle, frente a la isla Navarino, donde se encuentra nuestra mítica Puerto Williams. Ushuaia es una ciudad encantadora, rodeada de un entorno maravilloso. Actualmente está conectada todo el año con todo el mundo gracias a su aeropuerto internacional. Caminos perfectamente pavimentados unen todas las localidades hasta San Sebastián ,en el límite con Chile.
Bien, tomamos el camino hacia Río Grande en busca de algún lugar para pescar. El paisaje es relmente impresionante, mucho bosque, cerros y turberas. De pronto, como a 45 kilómetros de la ciudad y a mi derecha, serpentea un río, claramente intervenido por castores. Caminé en busca del río, por primera vez pisaba una turbera, lo que me produjo la sensación de caminar sobre pan bimbo o una esponja.... rarísimo!!!!. Efectivamente el río estaba totalmente modificado por castores, todo inundado, árboles muertos y u fondo arenoso amarillo.... hasta que se vieron los peces. Una pequeña caña 3 era suficiente. Segundo lance y..... afuera!!!, una pequeña truchita....mmmm.... no sé!!!... después me enteré que eran las famosas fontanelas, realmente lindas, con sus aletas rojas, piel marrón rojiza y los puntos blancos característicos. Muy voraces, comían lo que caía, aunque se notaba cierta preferencia por soft hackles. El reto del río era no morir entre los troncos y no hundirse en la arena. A pesar de todo, lindos recodos, profundos pozones, corrientes suaves, toda una delicia para pescar relajadamente, sin prisa, sin rumbo fijo.
Luego de un asado en el camino, seguí a la "laguna de los muertos", desde donde un temporal me obligó a adelantar la aventura que os contaré otro día.

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